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Encuentro desafortunado [Gabriel]
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Encuentro desafortunado [Gabriel]
La oscuridad de la noche invadía la ciudad, la calle era débilmente iluminada por los poste de luz-aunque muchos de ellos no funcionaban y otros titilaban a falta de energía suficiente- y la ausencia de la luna y las estrellas, escondidas tras las grises nubes, se volvía cada vez más notorias. La zona estaba deshabitada ya que nadie se atrevía a salir de su hogar, ya sea por el clima que había amenazado con fuertes chaparrones de lluvia- aunque muchos creían que caería nieve por las bajas temperaturas que había, lo cual era bastante probable ya que una fina capa de blanca agua congelada cubría el suelo- o la terrible inseguridad que amenazaba constantemente a los ciudadanos y que normalmente era alta cuando el sol caía. Sólo alguien muy tonto o muy intrépido se atrevería a salir y, Dino Cavallone, jefe de la mafia Siciliana, cumplía ambos requisitos.
Caminaba tranquilamente, a paso lento, como si disfrutara de la pasividad de la noche y el silencio que poco se conseguía en una gran ciudad como aquella. En sus manos traía una bolsa de supermercado y dentro de esta un caja de cartón que en su interior contenía un litro de leche. Había salido a comprar sólo aquello y es que, en realidad, era su culpa que faltase aquello en su hogar.
Aquella tarde, sus subordinados habían insistido en hacer las compras del hogar, pero él, con aquella buena predispocisión que siempre tenía, los había convencido de que él podría hacerlo. Se hizo una lista, la cual obviamente olvidó- de lo contrario no hubiera tenido la necesidad de salir de su casa aquella noche-. Así que estando en la tienda compró todo lo necesario, olvidándose del lácteo el cual hizo notar su ausencia unos minutos atrás. Sus subordinados insistieron en que lo dejase para el día siguiente, pero la culpa había sido de Dino, por lo que decidió enmendar su error sin importarle la noche o el clima. Entonces, cuando sus hombres quisieron acompañarlo, él tuvo que buscar alguna excusa para evitarlo. ¿Qué sucedía si a medio camino se encontraba con alguien del Igra? Era probable que muchos delincuentes que participaban de él salieran a esas horas.
Extrañamente en el transcurso de tiempo que le había llevado ir hasta allí, comprar y ahora tomar el camino de vuelta, no había visto a nadie con un naipe como el suyo a la vista. De hecho, no había visto a nadie más que a Gabriel aquél día en la tienda. Posiblemente los participantes estaban bien escondidos. Decidió que el día de mañana iría a probar suerte a los barrios más bajos. Después de todo, sabía que no podría ganar el Igra manteniéndose lejos de los demás competidores.
-Mañana será otro día... por hoy, mejor llegar a casa para tomar una buena taza de leche caliente~- comentó para si mismo con aquél humor que tanto lo caracterizaba.
Caminaba tranquilamente, a paso lento, como si disfrutara de la pasividad de la noche y el silencio que poco se conseguía en una gran ciudad como aquella. En sus manos traía una bolsa de supermercado y dentro de esta un caja de cartón que en su interior contenía un litro de leche. Había salido a comprar sólo aquello y es que, en realidad, era su culpa que faltase aquello en su hogar.
Aquella tarde, sus subordinados habían insistido en hacer las compras del hogar, pero él, con aquella buena predispocisión que siempre tenía, los había convencido de que él podría hacerlo. Se hizo una lista, la cual obviamente olvidó- de lo contrario no hubiera tenido la necesidad de salir de su casa aquella noche-. Así que estando en la tienda compró todo lo necesario, olvidándose del lácteo el cual hizo notar su ausencia unos minutos atrás. Sus subordinados insistieron en que lo dejase para el día siguiente, pero la culpa había sido de Dino, por lo que decidió enmendar su error sin importarle la noche o el clima. Entonces, cuando sus hombres quisieron acompañarlo, él tuvo que buscar alguna excusa para evitarlo. ¿Qué sucedía si a medio camino se encontraba con alguien del Igra? Era probable que muchos delincuentes que participaban de él salieran a esas horas.
Extrañamente en el transcurso de tiempo que le había llevado ir hasta allí, comprar y ahora tomar el camino de vuelta, no había visto a nadie con un naipe como el suyo a la vista. De hecho, no había visto a nadie más que a Gabriel aquél día en la tienda. Posiblemente los participantes estaban bien escondidos. Decidió que el día de mañana iría a probar suerte a los barrios más bajos. Después de todo, sabía que no podría ganar el Igra manteniéndose lejos de los demás competidores.
-Mañana será otro día... por hoy, mejor llegar a casa para tomar una buena taza de leche caliente~- comentó para si mismo con aquél humor que tanto lo caracterizaba.
Dino Cavallone- Se relaciona con:
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Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Todo había terminado de mala manera. Había perdido su carta más preciada en un abrir y cerrar de ojos, y de parte de un individuo cuyo rostro comenzaba a detestar desde hace poco. ¿Había sido una coincidencia su encuentro? No lo sabía, pero lo que si era verdadero era que el otro le habia vencido, y eso afectaba a su ego de una forma verdaderamente pesada, al grado de comenzar a sumirle en una profunda depresión en donde su derrota comenzaba a introducirse en lo más interno de su personalidad. No se sentía bien, deseaba desquitarse y reparar ese hecho, quería a su as de vuelta, pero lo que más le afectaba era quién se lo había quitado.
Su oído había quedado afectado en la batalla, su más precioso sentido. En base a eso el equilibrio se le afectaba un poco, así que de vez en cuando sentía tambaleos suaves, y algunas veces ni se daba cuenta de ellos. En su espalda todavía estaban dos kodachis enfundadas y su vestimenta estaba llena de tierra, la batalla había sido apenas hace algunos instantes.
Poco a poco el otro oído sintió algunos pasos, pero debido al daño del otro no podía calcular bien en dónde se encontraba el otro ser o a qué distancia. Mantuvo la vista atenta y cuando se dió cuenta vió el brillo de una placa, la cual había pasado cerca. La observó durante largos segundos y se comenzó a acercar con algo de prisa. No traía otra placa a la vista, de hecho no cargaba con ninguna extra y eso ya le provocaba una falta a las reglas, pero no le importaba. Estaba ciego, y lo único que le interesó fue estirar la mano hacia esa cadena...
Su oído había quedado afectado en la batalla, su más precioso sentido. En base a eso el equilibrio se le afectaba un poco, así que de vez en cuando sentía tambaleos suaves, y algunas veces ni se daba cuenta de ellos. En su espalda todavía estaban dos kodachis enfundadas y su vestimenta estaba llena de tierra, la batalla había sido apenas hace algunos instantes.
Poco a poco el otro oído sintió algunos pasos, pero debido al daño del otro no podía calcular bien en dónde se encontraba el otro ser o a qué distancia. Mantuvo la vista atenta y cuando se dió cuenta vió el brillo de una placa, la cual había pasado cerca. La observó durante largos segundos y se comenzó a acercar con algo de prisa. No traía otra placa a la vista, de hecho no cargaba con ninguna extra y eso ya le provocaba una falta a las reglas, pero no le importaba. Estaba ciego, y lo único que le interesó fue estirar la mano hacia esa cadena...
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Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Cerca suyo se había percatado de la presencia de una segunda persona, pero por la falta de luz, su campo visual se encontraba bastante reducido, por lo que no notó que esta presencia pertenecía a alguien que había conocido hace no muchos días atrás. Había decidido, por el momento, no darle importancia, continuar caminando, ya que no había visto nada que pudiera indicarle que el otro pertenecía al Igra. No escuchaba el tiriteo de un naipe chocar más que el suyo que constantemente golpeaba a la cadena que la sostenía ni tampoco había visto aquél brillo metálico que tanto caracterizaba a aquél objeto.
Avanzó unos pocos pasos, pese a parecer bastante distraído, se encontraba atento a los movimientos de su alrededor, más aquellas horas, más en la oscuridad donde los ataques podrían pasar desapercibidos para las personas "normales", donde todas las condiciones estaban dadas. No quería preocupar a sus subordinados, llegando a su hogar con heridas. Debía estar alerta y quizás el hecho de que su casa y, por ende, sus subordinados no anduvieran lejos, ayudaba.
Entonces notó a la sombra masculina de aquella persona cerca suyo moverse, correr hacia él y estirar sus mano y sabía a donde la misma estaba apuntando, hacia su colgante. Entrecerró la mirada ¿Así que después de todo había gente que rompía las reglas?. Soltó la bolsa que traía en manos, la cual terminó en el suelo a su lado.
Rápidamente se dio vuelta en dirección a aquella persona. Tomó la muñeca de éste, llevándola hacia la espalda y, por ende, dejando inutilizado su brazo, mientras apoyó su mano sobre la parte trasera del hombro del otro, empujándolo contra la pared. Un movimiento rápido y seguro para defender lo que era suyo.
-No está bien que andes por allí robando naipes- comentó con suma tranquilidad y confianza pensando que se trataba de un simple ladronzuelo que se había metido con la persona equivocada.
Pero su expresión cambió radicalmente al poder distinguir la figura y rostro del joven- pese a que se encontraba de espaldas por el empujón que el mismo Dino le había dado- por la cercanía de ambos. Tal fue la sorpresa que se había llevado el mayor que había aflojado su agarre, un error que él no sabía que estaba cometiendo, porque internamente pensó que el otro se detendría al verlo.
- ¿Gabriel?- le cuestionó como si no pudiera creer lo que sus ojos veían.
Avanzó unos pocos pasos, pese a parecer bastante distraído, se encontraba atento a los movimientos de su alrededor, más aquellas horas, más en la oscuridad donde los ataques podrían pasar desapercibidos para las personas "normales", donde todas las condiciones estaban dadas. No quería preocupar a sus subordinados, llegando a su hogar con heridas. Debía estar alerta y quizás el hecho de que su casa y, por ende, sus subordinados no anduvieran lejos, ayudaba.
Entonces notó a la sombra masculina de aquella persona cerca suyo moverse, correr hacia él y estirar sus mano y sabía a donde la misma estaba apuntando, hacia su colgante. Entrecerró la mirada ¿Así que después de todo había gente que rompía las reglas?. Soltó la bolsa que traía en manos, la cual terminó en el suelo a su lado.
Rápidamente se dio vuelta en dirección a aquella persona. Tomó la muñeca de éste, llevándola hacia la espalda y, por ende, dejando inutilizado su brazo, mientras apoyó su mano sobre la parte trasera del hombro del otro, empujándolo contra la pared. Un movimiento rápido y seguro para defender lo que era suyo.
-No está bien que andes por allí robando naipes- comentó con suma tranquilidad y confianza pensando que se trataba de un simple ladronzuelo que se había metido con la persona equivocada.
Pero su expresión cambió radicalmente al poder distinguir la figura y rostro del joven- pese a que se encontraba de espaldas por el empujón que el mismo Dino le había dado- por la cercanía de ambos. Tal fue la sorpresa que se había llevado el mayor que había aflojado su agarre, un error que él no sabía que estaba cometiendo, porque internamente pensó que el otro se detendría al verlo.
- ¿Gabriel?- le cuestionó como si no pudiera creer lo que sus ojos veían.
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Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Estaba débil, y su cuerpo notablemente atolondrado por el daño en su sensible oído, el cual de seguro le prohibiría ir a trabajar por unos días, pues su vocación era fabricar música, supervisarla y darle un mejor desempeño a cada música de famosos. Debido al pequeño daño que tenía, su oído medio estaba siendo afectado y por ende, el balance, el cual empeoró cuando fue colocado contra aquella helada pared, la cual le causó una dolorosa sensación en su mejilla.
Debido a su sangre verdosa, las sensaciones en su piel podían duplicarse, por ende sentía más frío que las personas normales. El otro pudo notar cómo tiritaba, y cómo sus ropas estaban llenas de tierra, específicamente en la espalda, era evidente que había sido derrotado. Levantó un pie y dejó caer con todas sus fuerzas un pisotón con el talón en la intersección del pie y el tobillo, justamente en la parte que sale del zapato.
Su rostro se giró sobre su hombro para verlo con ojos ausentes y dolidos, se notaba que ese Gabriel era distinto, había cambiado en cierto modo.
Debido a su sangre verdosa, las sensaciones en su piel podían duplicarse, por ende sentía más frío que las personas normales. El otro pudo notar cómo tiritaba, y cómo sus ropas estaban llenas de tierra, específicamente en la espalda, era evidente que había sido derrotado. Levantó un pie y dejó caer con todas sus fuerzas un pisotón con el talón en la intersección del pie y el tobillo, justamente en la parte que sale del zapato.
Su rostro se giró sobre su hombro para verlo con ojos ausentes y dolidos, se notaba que ese Gabriel era distinto, había cambiado en cierto modo.
Gabriel Illustrous- Se relaciona con:
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Fecha de inscripción : 06/02/2011
Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Inmediatamente cuando lo vio, supo que había pasado algo, no estaba seguro por lo que el menor había pasado, porque él no estuvo ahí para verlo por cuenta propia, pero parecía un poco más débil que la última vez que lo había visto, casi como si cuerpo y mente no estuvieran conectados. Notó que el peliverde tiritaba, pero aquello podría ser normal por las bajas temperaturas del ambiente, su abrigo podría ser insuficiente y su cuerpo apoyado contra la fría pared no ayudaba en lo absoluto. Mientras lo mantuvo sujeto, se percató de la textura de aquella capa de tierra que cubrián las ropas. Se preguntó donde pudo haber estado para ensuciarse de tal manera, especialmente en aquella zona alta de su cuerpo. En esos instantes recordó algo ¿Gabriel no solía llevar un as de corazones de la misma forma que él lo hacía con su cinco de diamantes? Y, sin embargo, en medio de aquella oscuridad, nada le indicaba que el menor estuviera en el Igra. ¿Habría perdido? Era una posibilidad, aunque por el momento, no del todo certera.
No esperó que, sabiendo quien era, el otro lo atacase y, por lo tanto, había bajado su guardia, un error que su pie lamentaría minutos después cuando lo golpease entre el mismo y su tobillo. Agradecía que hiciera frio y que Romario, cual subordinado preocupado por su jefe, le hiciera abrigarse antes de salir ya que la ropa amortiguó parte del golpe. Como reacción involuntaria ante la agresión, apretó nuevamente su mano y retrocedió un paso con ese pie, el cual lo obligaba a apoyarse sobre el otro lado de su cuerpo, al menos por los minutos en que la sensación dolorosa más fuerte durase. Posiblemente le quedaría algún moretón o raspadura después de eso.
Entrecerró los ojos en cuanto notó la mirada del otro. La conocía perfectamente, era una mirada de dolor, de frustración, una mirada de derrota en la que había perdido algo más que el encuentro. Lo sabía perfectamente, porque de joven, especialmente los primeros años en la mafia, cuando algo salía de sus planes y arrastraba a su familia por ello, Dino colocaba la misma mirada. Sólo sus valiosos subordinados podían impulsarlo para seguir adelante hasta que aprendió, con los años y la experiencia, que no todo podían ser puras victorias.
Lo soltó y retrocedió dos pasos, sólo para mantener una distancia, mientras continuaba mirándolo, con aquél rostro serio que pocas veces podía verse en el mayor- En realidad, sólo colocaba dicha expresión cuando la situación lo ameritaba y él creía que esta era una de esas ocasiones-.
-¿Qué ha pasado contigo, Gabriel?- le cuestionó intentando clavar sus ojos en los del otro y esperando a que no intentase nuevamente atacarlo.
No esperó que, sabiendo quien era, el otro lo atacase y, por lo tanto, había bajado su guardia, un error que su pie lamentaría minutos después cuando lo golpease entre el mismo y su tobillo. Agradecía que hiciera frio y que Romario, cual subordinado preocupado por su jefe, le hiciera abrigarse antes de salir ya que la ropa amortiguó parte del golpe. Como reacción involuntaria ante la agresión, apretó nuevamente su mano y retrocedió un paso con ese pie, el cual lo obligaba a apoyarse sobre el otro lado de su cuerpo, al menos por los minutos en que la sensación dolorosa más fuerte durase. Posiblemente le quedaría algún moretón o raspadura después de eso.
Entrecerró los ojos en cuanto notó la mirada del otro. La conocía perfectamente, era una mirada de dolor, de frustración, una mirada de derrota en la que había perdido algo más que el encuentro. Lo sabía perfectamente, porque de joven, especialmente los primeros años en la mafia, cuando algo salía de sus planes y arrastraba a su familia por ello, Dino colocaba la misma mirada. Sólo sus valiosos subordinados podían impulsarlo para seguir adelante hasta que aprendió, con los años y la experiencia, que no todo podían ser puras victorias.
Lo soltó y retrocedió dos pasos, sólo para mantener una distancia, mientras continuaba mirándolo, con aquél rostro serio que pocas veces podía verse en el mayor- En realidad, sólo colocaba dicha expresión cuando la situación lo ameritaba y él creía que esta era una de esas ocasiones-.
-¿Qué ha pasado contigo, Gabriel?- le cuestionó intentando clavar sus ojos en los del otro y esperando a que no intentase nuevamente atacarlo.
Dino Cavallone- Se relaciona con:
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Fecha de inscripción : 08/02/2011
Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
El frío en esos momentos era helado y pesado, había algo de viento en torno al sitio y eso hacía que las extremidades se le comenzaran a entumir de forma dolorosa. Su piel palideció debido a este factor y los labios se le tornaron morados, y algunas veces los apretaba en vano para intentar darles un poco de calor. Se metió las manos temblorosas en los bolsillos de su chaqueta, estaba seguro que dejándolas afuera se le caerían los dedos, hipotéticamente.
Y pronto recobró un poco de su conciencia: Como si se acabara de encender una luz, parpadeó despacio y luego miró al rubio a sus espaldas, al cual le dirigió una mirada algo altanera, como si le estuviese cuestionando por qué le miraba de esa forma. Aquellos ojos tranquilos le daban la sensación de recibir lástima, aunque en su deplorable estado era lo único que podía inspirarle a quien le mirase.
Giró el hombro correspondiente al brazo anteriormente torcido como si de esa forma pudiese retirar el dolor que había nacido en el músculo, y después de soltar un suspiro que expulsó algo de aliento que al instante con el entorno se tornó blanco, nada del otro mundo. Le observó durante unos instantes y sin tener la fuerza para doblegar su orgullo y disculparse, planteó otro tema.- ...Llévame a otro lado.
Y pronto recobró un poco de su conciencia: Como si se acabara de encender una luz, parpadeó despacio y luego miró al rubio a sus espaldas, al cual le dirigió una mirada algo altanera, como si le estuviese cuestionando por qué le miraba de esa forma. Aquellos ojos tranquilos le daban la sensación de recibir lástima, aunque en su deplorable estado era lo único que podía inspirarle a quien le mirase.
Giró el hombro correspondiente al brazo anteriormente torcido como si de esa forma pudiese retirar el dolor que había nacido en el músculo, y después de soltar un suspiro que expulsó algo de aliento que al instante con el entorno se tornó blanco, nada del otro mundo. Le observó durante unos instantes y sin tener la fuerza para doblegar su orgullo y disculparse, planteó otro tema.- ...Llévame a otro lado.
Gabriel Illustrous- Se relaciona con:
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Fecha de inscripción : 06/02/2011
Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Notó que el frio del ambiente tenía un efecto sobre el menor mayor al que esperaba. Él sabía que hacía bastante frio, ya que, si bien su abrigo impedia que se congelase, su rostro recibía la brisa helada constantemente y, sin embargo, no podía creer que las bajas temperaturas pudieran comenzar a causar una hipotermia en el otro. Había notado como su rostro perdía color y sus labios poco a poco se volvían morados, lo cual no era una buena señal. La temperatura del cuerpo del menor estaba bajando rápidamente y estaba demostrando tener todos sus síntomas. Desde ese momento supo que no era una buena idea continuar en la calle y su casa no quedaba muy lejos de allí, sabiendo que Romario y los demás eran discretos y no preguntarían por la presencia del menor, pensó que llevarlo a allí era una posibilidad que sólo se haría efectiva si el otro dejase de atacarlo- de caso contrario, tendría que pensar en alguna forma de obligarlo, por su propio bien-.
Se percató de que el peliverde intentaba apaciguar el dolor del músculo que podía haber quedado resentido por su agarre, aunque no por ello era algo de lo que se arrepentía. Después de todo, Dino sólo se estaba defendiendo. En cuanto escuchó las palabras del peliverde, relajó un poco los músculos de su cuerpo, aunque no bajó del todo su guardia, sólo por si las dudas. Asintió y sonrió quedamente.
- Sígueme- le dijo.
Antes de avanzar, sin embargo, se acercó a él. Se quitó su abrigo, quedándose sólo con una camisa negra, y se lo colocó al menor sobre sus hombros. No es que no sintiera frio, incluso su piel se había erizado completamente a causa del golpe de la brisa helada contra su cuerpo, pero creyó que el otro, por alguna razón que desconocía, lo necesitaba más que él. Comenzó a caminar lentamente hacia su casa, manteniéndose cerca de Gabriel, en caso de que la aparente debilidad que su cuerpo presentaba le perjudicara de alguna forma.
A diferencia de lo que cualquiera pensaría- y hasta por unos momentos creyó que el mismo Gabriel sospechaba- Dino no ayudaba al joven por lástima, sino porque lo comprendía. Sabía lo debastador que podía ser una derrota, especialmente las primeras- o por lo menos, él asumió que eran de las primeras- y lo difícil que podía ser para el orgullo aceptarlo. Además, el líder Cavallone podía ser un mafioso cuyas manos estaban obviamente manchadas de sangre, pero no dejaba de ser un humano con conciencia- aunque con el tiempo haya logrado reprimirla en cierta forma- que simplemente no podía dejar al menor allí, sabiendo de su condición.
Se percató de que el peliverde intentaba apaciguar el dolor del músculo que podía haber quedado resentido por su agarre, aunque no por ello era algo de lo que se arrepentía. Después de todo, Dino sólo se estaba defendiendo. En cuanto escuchó las palabras del peliverde, relajó un poco los músculos de su cuerpo, aunque no bajó del todo su guardia, sólo por si las dudas. Asintió y sonrió quedamente.
- Sígueme- le dijo.
Antes de avanzar, sin embargo, se acercó a él. Se quitó su abrigo, quedándose sólo con una camisa negra, y se lo colocó al menor sobre sus hombros. No es que no sintiera frio, incluso su piel se había erizado completamente a causa del golpe de la brisa helada contra su cuerpo, pero creyó que el otro, por alguna razón que desconocía, lo necesitaba más que él. Comenzó a caminar lentamente hacia su casa, manteniéndose cerca de Gabriel, en caso de que la aparente debilidad que su cuerpo presentaba le perjudicara de alguna forma.
A diferencia de lo que cualquiera pensaría- y hasta por unos momentos creyó que el mismo Gabriel sospechaba- Dino no ayudaba al joven por lástima, sino porque lo comprendía. Sabía lo debastador que podía ser una derrota, especialmente las primeras- o por lo menos, él asumió que eran de las primeras- y lo difícil que podía ser para el orgullo aceptarlo. Además, el líder Cavallone podía ser un mafioso cuyas manos estaban obviamente manchadas de sangre, pero no dejaba de ser un humano con conciencia- aunque con el tiempo haya logrado reprimirla en cierta forma- que simplemente no podía dejar al menor allí, sabiendo de su condición.
Dino Cavallone- Se relaciona con:
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Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
El frío le hacía estremecerse, aunque solo tuviese un 70% de sensibilidad seguía siendo solo un hoddie abierto que tenía por abrigo y su cuerpo temblaba ya resfriado con un catarro bastante avanzado. Como siempre le ocurría en invierno por no cuidar de si mismo y más por el episodio con el agua helada y la tinaja que había tenido en la mansión, si no fuese por Kiriwar que le cuidase probablemente ya habría muerto de hipotermia o insolación en su propio trabajo. Pero se habían separado cuando el rubio vio la derrota del otro y comenzó a seguirle. Un jugador derrotado tenía más posibilidades de cometer faltas que uno con una victoria, así que mientras su compañero seguía su vigía el rubio se encargó de seguir de cerca al peliverde desde una distancia prudente hasta que...
- Bingo... - susurró sonriendo mientras se rascaba la nuca con sus garras sin cuidado. Se quedó observando a ambos hombres como actuaban y finalmente un profundo y sonoro estornudo le dejó la nariz goteando y su boca entreabierta, quizás revelando su escondite. Se secó la nariz con la manga de su hoddie y salió de su escondite cuando los otros parecían retirarse. Interponiendose en su camino sonreía con locura mientras el cabello cubría sus ojos y solo el viento dejaba entrever aquella mirada psicótica azulina. El viento azotaba su ropa como si fuese una capa a su espalda y hacía tintinear la cantidad desmesurada de placas que colcagan de su cinturón haciendo parecer un conjunto de campanitas.
No atacó ni similar, solo los miró y soltando una risa sentención alzando su brazo con las garras para señalar al peliverde - ¡JAJAJA! Te ví travieso gatito callejero. - dijo con aquella voz que rozaba la locura en sus altibajos y volvió a estornudar antes de reír nuevamente y retirarse caminando dejandolos tranquilos.
- Bingo... - susurró sonriendo mientras se rascaba la nuca con sus garras sin cuidado. Se quedó observando a ambos hombres como actuaban y finalmente un profundo y sonoro estornudo le dejó la nariz goteando y su boca entreabierta, quizás revelando su escondite. Se secó la nariz con la manga de su hoddie y salió de su escondite cuando los otros parecían retirarse. Interponiendose en su camino sonreía con locura mientras el cabello cubría sus ojos y solo el viento dejaba entrever aquella mirada psicótica azulina. El viento azotaba su ropa como si fuese una capa a su espalda y hacía tintinear la cantidad desmesurada de placas que colcagan de su cinturón haciendo parecer un conjunto de campanitas.
No atacó ni similar, solo los miró y soltando una risa sentención alzando su brazo con las garras para señalar al peliverde - ¡JAJAJA! Te ví travieso gatito callejero. - dijo con aquella voz que rozaba la locura en sus altibajos y volvió a estornudar antes de reír nuevamente y retirarse caminando dejandolos tranquilos.
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Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Había escuchado un muy pequeño ruído, uno que verdaderamente pronto desapareció de su entorno. Estaba escuchando algo mal, así que de seguro había sido una jugarreta que el pesado viento se encontraba haciendo en esos momentos, no era la primera vez que le sucedía esa noche. Segúramente había sido eso, así que no se apartó del rango de Dino, el cual ahora le estaba colocando un abrigo, el cual aceptó sin dudarlo para acurrucarse contra este y aminorar un poco su frío, el cual hasta entonces nunca había sentido en ese nivel en su cuerpo.
En ese momento la sirena de una patrulla había comenzado a sonar de una forma cercana, alguien andaba cerca. No pasaron muchos instantes antes de que un automóvil de la policía frenase frente a ellos, hechándole las luces de una manera tosca. Aquello le hizo reaccionar de repente, sabía de quién se trataba. Era bien conocido que su madre era una ex-oficial de la policía, y que todavía conservaba bien a todos sus colegas en aquel oficio.
De la patrulla salió un oficial que se escudó ante la puerta del piloto por si necesitara desenfundar una pistola y del copiloto salió una mujer de aspecto tosco, era alta y no muy agraciada del rostro, pero su cintura delataba su feminidad, al igual que sus torneadas piernas. Esta se acercó de forma cautelosa y miró desconfiada a aquel hombre rubio, como si le estuviese reconociendo de algún lado. Al ver que este no era ofensivo, se acercó a su hijo y lo abrazó con fuerza.- ¿En dónde demonios te metiste...? -A pequeños empujones lo fue conduciendo al auto, mientras su colega le abría la puerta. La mujer miró al rubio.- ¿Quién eres y por qué tenías a mi hijo aquí? - Gabriel intentó hablar, se notó cuando retrocedió la mirada hacia el rubio, pero el oficial le había metido al auto sin permitírselo.
En ese momento la sirena de una patrulla había comenzado a sonar de una forma cercana, alguien andaba cerca. No pasaron muchos instantes antes de que un automóvil de la policía frenase frente a ellos, hechándole las luces de una manera tosca. Aquello le hizo reaccionar de repente, sabía de quién se trataba. Era bien conocido que su madre era una ex-oficial de la policía, y que todavía conservaba bien a todos sus colegas en aquel oficio.
De la patrulla salió un oficial que se escudó ante la puerta del piloto por si necesitara desenfundar una pistola y del copiloto salió una mujer de aspecto tosco, era alta y no muy agraciada del rostro, pero su cintura delataba su feminidad, al igual que sus torneadas piernas. Esta se acercó de forma cautelosa y miró desconfiada a aquel hombre rubio, como si le estuviese reconociendo de algún lado. Al ver que este no era ofensivo, se acercó a su hijo y lo abrazó con fuerza.- ¿En dónde demonios te metiste...? -A pequeños empujones lo fue conduciendo al auto, mientras su colega le abría la puerta. La mujer miró al rubio.- ¿Quién eres y por qué tenías a mi hijo aquí? - Gabriel intentó hablar, se notó cuando retrocedió la mirada hacia el rubio, pero el oficial le había metido al auto sin permitírselo.
Gabriel Illustrous- Se relaciona con:
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Re: Encuentro desafortunado [Gabriel]
Obvió completamente la presencia del rubio que los había estado observando, o mejor dicho, no se percató de la misma. Aquello era raro en él puesto que, si bien sus sentidos y percepciones se encontraban dentro de un rango normal para cualquier humano, tenía una intuición muy activa y normalmente cuando alguien lo observaba como en aquella ocasión, rápidamente se sentía agobiado, como si alguien lo estuviera siguiendo. Quizás su preocupación casi exclusiva en la salud del menor apaciguara aquellos instintos de pelea que, aunque no los aparentase en lo absoluto, siempre tenía. Ni siquiera notó el titilar de los naipes o los sonoros estornudos, aunque aquello no era de extrañarse con el fuerte viento que azotaba constantemente y golpeaba las paredes de sus oídos.
Caminaron algunos pasos más hasta que de pronto un patrulla los obligó a detenerse, alumbrándolos con sus potentes faroles hasta dejarlos ciegos. Dino entrecerró la mirada y hasta colocó su mano enfrente para tapar la luz y poder observar mejor a aquellos representantes de la ley. Le pareció sumamente extraño. Si bien era de la mafia, y por ende había tenido varios encuentros con la policía italiana, había logrado terminar con todos los pedidos de captura de su persona poco antes de salir de allí. Tampoco recordaba haber hecho algo en San Francisco que pudiera llegar a delatarlo y sabía que sus hombres no actuarían sin sus órdenes, por lo que dicha posibilidad quedaba descartada. Sabiendo todo aquello, mantuvo una aparente calma frente a los oficiales que bajaron de aquella patrulla.
El piloto se quedó cerca del vehículo, escudándose con este y preparado para abrir fuego en cualquier momento, mientras que una mujer se acercó a ellos, dirigiéndole una mirada de pocos amigos mientras tomaba a Gabriel y llevaba al automóvil por su propia seguridad. Definitivamente él era sospechoso de algo y al parecer lo creían peligroso, al menos lo suficiente para pensar en dispararle si intentaba algo estúpido.
Le llamó la atención el hecho de que la mujer parecía conocer al menor, aquello notó por lo que esta le había dicho al peliverde y la forma de tratarlo. Al menos podía tranquilizarse viendo que el joven terminaba en manos seguras, la de la policía. Posiblemente ningún otro participante de Igra se acercaría mientras él fuera en una patrulla y supuso que los trajeados de azul lo cuidarían bien.
Parpadeó al escuchar la pregunta de la mujer. ¿Hijo? Entonces ella era ¿su madre?! Al menos con ello la situación comenzaba a tener algo de sentido. Al parecer, lo culpaban a él del estado del menor. Definitivamente, Dino Cavallone era un imán de problemas.
-Espere señora, creo que se está confundiendo- dijo levantando las manos a la altura de su torso, moviéndola de un lado a otro en señal negativa-Soy amigo de Gabriel, sólo estaba ayudándolo
Caminaron algunos pasos más hasta que de pronto un patrulla los obligó a detenerse, alumbrándolos con sus potentes faroles hasta dejarlos ciegos. Dino entrecerró la mirada y hasta colocó su mano enfrente para tapar la luz y poder observar mejor a aquellos representantes de la ley. Le pareció sumamente extraño. Si bien era de la mafia, y por ende había tenido varios encuentros con la policía italiana, había logrado terminar con todos los pedidos de captura de su persona poco antes de salir de allí. Tampoco recordaba haber hecho algo en San Francisco que pudiera llegar a delatarlo y sabía que sus hombres no actuarían sin sus órdenes, por lo que dicha posibilidad quedaba descartada. Sabiendo todo aquello, mantuvo una aparente calma frente a los oficiales que bajaron de aquella patrulla.
El piloto se quedó cerca del vehículo, escudándose con este y preparado para abrir fuego en cualquier momento, mientras que una mujer se acercó a ellos, dirigiéndole una mirada de pocos amigos mientras tomaba a Gabriel y llevaba al automóvil por su propia seguridad. Definitivamente él era sospechoso de algo y al parecer lo creían peligroso, al menos lo suficiente para pensar en dispararle si intentaba algo estúpido.
Le llamó la atención el hecho de que la mujer parecía conocer al menor, aquello notó por lo que esta le había dicho al peliverde y la forma de tratarlo. Al menos podía tranquilizarse viendo que el joven terminaba en manos seguras, la de la policía. Posiblemente ningún otro participante de Igra se acercaría mientras él fuera en una patrulla y supuso que los trajeados de azul lo cuidarían bien.
Parpadeó al escuchar la pregunta de la mujer. ¿Hijo? Entonces ella era ¿su madre?! Al menos con ello la situación comenzaba a tener algo de sentido. Al parecer, lo culpaban a él del estado del menor. Definitivamente, Dino Cavallone era un imán de problemas.
-Espere señora, creo que se está confundiendo- dijo levantando las manos a la altura de su torso, moviéndola de un lado a otro en señal negativa-Soy amigo de Gabriel, sólo estaba ayudándolo
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